El liderazgo como herramienta para el desarrollo del empoderamiento femenino.
El empoderamiento de las mujeres se ha vuelto relevante y fundamental en la democracia de los países, pues lo que busca el empoderamiento es lograr una mayor autonomía, reconocimiento y visibilidad de las aportaciones de las mujeres; lo que conlleva a una mejorar calidad de vida tanto en lo individual como para la sociedad en general.
La necesidad de empoderamiento se debe a que durante siglos las mujeres se han visto desfavorecidas por cuestiones de género, lo que las ha mantenido en desventaja y a enfrentarse a un sin fin de desigualdades sociales.
Los sistemas patriarcales han contribuido durante años a que las mujeres vivan situaciones de discriminación e injusticias, por lo que han vivido oprimidas e inmersas en estados de sumisión, y aunque se han ido eliminando paulatinamente este tipo de pensamientos y conductas sexistas, se siguen asignando roles específicos a hombres y a mujeres por cuestiones de género, que lo único que generan es fragmentación social y violentar los derechos humanos de las mujeres.
Es importante que las mujeres comprendan los sistemas patriarcales a los que se han enfrentado, las causas que lo han originado y la urgencia de resolver dicha subordinación; posteriormente tener la conciencia y la creencia de que es posible cambiar dicha situación para finalmente lograr una toma de conciencia tanto de su poder individual así como de su poder colectivo, pues las mujeres tienen la capacidad de organizar y movilizar grandes cambios sociales en favor de su comunidad.
Se puede entender al empoderamiento femenino como el proceso por medio del cual las mujeres adquieren una toma de conciencia de sus propios derechos, fortalezas, intereses, capacidades, autonomía y poder personal, basado en la confianza, seguridad y autoestima, a fin de mejorar e involucrarse activamente en el ámbito político, económico, social y cultural del país.
El concepto de empoderamiento con enfoque de género se ha ido introduciendo en la política mundial recientemente, su antecedente se lo debemos a una red de mujeres activistas e investigadoras de la India (Red DAWN-MUDAR), quienes le asignaron al término de “empoderamiento”, un significado específico de género.
Posteriormente en el año de 1985 en la Tercera Conferencia Mundial de la Mujer en Nairobi, se logró por primera vez incorporar el término de empoderamiento a nivel internacional; para que finalmente en el año de 1995, en la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en Beijing (Pekín), se incluyó por primera vez como estrategia clave al empoderamiento de las mujeres, ya que señalaba que para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz resultaba fundamental el empoderamiento de las mujeres y su real participación en condiciones de igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluyendo la participación en los procesos de toma de decisiones y el acceso al poder.
Gracias a dicha conferencia, el empoderamiento femenino es hoy en día una estrategia fundamental que se debe incluir en todas las políticas de igualdad de los gobiernos, al ser considerada como una de las vías a seguir para el logro de la igualdad de género y en consecuencia conformar sociedades más justas, prósperas y equilibradas.
Por otra parte, el liderazgo y empoderamiento de la mujer son dos términos que se encuentran íntimamente relacionados, ya que la necesidad de empoderamiento de las mujeres conlleva a ser líder y participar en la toma de decisiones; en ese sentido la mujer tiene que aplicar su liderazgo para ser capaz de aumentar su autoestima, involucrarse en la toma de decisiones y controlar los recursos para superar la subordinación de la que históricamente ha sido objeto.
Asimismo el liderazgo busca que de manera individual las mujeres se empoderen para entonces ser capaces de empoderar a otras mujeres e incluso a los mismos hombres. Ser líder es tener poder, pero se refiere a un “poder para hacer” y no “un poder sobre otras personas”; de ahí que el término de empoderamiento y liderazgo se pueda conectar con el de la sororidad, el cual se refiere a la unión y el apoyo de las mujeres con más mujeres, siendo empáticas y cómplices para así construir comunidades donde impere la armonía y el bienestar.
No podemos perder de vista que el empoderamiento y liderazgo no solo debe enfocarse a un solo espacio de la vida de las mujeres, sino que es un proceso integral, que debe abarcar todos los posibles entornos a los que se enfrentan, siendo importante que las mujeres tengan presente los siguientes temas:
- Trabajar en su valor personal, el cual se adquiere a través del autoconocimiento, autocuidado y la valoración.
- Generar un sentido de seguridad, poder y confianza al saberse merecedoras de relaciones igualitarias basadas en el respeto y libres de violencia.
- Liberarse de la responsabilidad exclusiva de las tareas reproductivas y de cuidado recordando que no es el único espacio en el cual deben y pueden participar.
- Hacer valer su derecho de acceso a la educación y así adquirir los conocimientos para poder desarrollar una vida profesional digna que les permita ser autosuficientes y valerse por sí mismas.
- Decidir en todo momento el uso de sus recursos financieros así como saber que tienen el derecho a acceder a puestos laborales de todos los niveles con salarios justos y equitativos.
- Hacer valer su derecho al acceso de una salud integral así como informarse y conocer sus derechos sexuales y reproductivos.
- Involucrarse y tener una participación activa en la toma de decisiones del país, sabiendo que cuentan con la capacidad de actuar eficazmente; así como tener movilidad y visibilidad en su comunidad.
- Decidir libremente acceder a grupos de solidaridad como recurso de información y apoyo.
Si bien el empoderamiento femenino es una tarea personal, no menos cierto es que los gobiernos deben de facilitar dicho proceso, a través de la generación de políticas públicas que combatan la desigualdad, exclusión, violencia y discriminación a la que se enfrentan las mujeres y así generar entornos sanos donde el empoderamiento y liderazgo se pueda desarrollar de manera armónica.
Asimismo resulta fundamental comenzar con dicho empoderamiento y liderazgo desde la niñez, educando a las nuevas generaciones con una conciencia social basada en la equidad de género; de ahí que el sector educativo cuenta con el compromiso y la tarea de impulsar la igualdad entre niñas, niños y adolescentes; pero también es un compromiso, responsabilidad y tarea de los propios entornos familiares, donde la sociedad misma debe inculcar en sus hijos nuevas formas de concebir las relaciones entre hombres y mujeres, en donde impere el respeto y la igualdad, para eliminar así los estereotipos de género.
En México se han llevado a cabo acciones claves para promover la equidad y evitar así las brechas de género, lo que ha contribuido al empoderamiento y al liderazgo de las mujeres, tal es el caso de la reforma constitucional efectuada en el año 2019, la cual incluye la “paridad en todo”, misma que establece que la mitad de los cargos de decisión serán designados para las mujeres en los tres poderes del Estado, en los tres órdenes de gobierno, en los organismos autónomos, en las candidaturas de los partidos políticos a cargos de elección popular, así como en la elección de representantes en los municipios con población indígena; derivado de dicha reforma hoy en día contamos con un mayor número de mujeres en puestos de decisión del gobierno.
No podemos perder de vista que nuestro país cuenta con avances significativos en la materia, sin embargo aún quedan temas pendientes que deben ser atendidos por parte del estado, a fin de fomentar el liderazgo y empoderamiento de la mujer, por mencionar algunos, continuar con el combate de todos los tipos de violencia de género en especial la feminicida; generar mejores condiciones de acceso y servicios de salud; mejorar la calidad de los servicios de educación y cuidado de la infancia, a fin de que las mujeres puedan dejar a sus hijos y se les facilite su participación laboral; asimismo aún se deben sumar esfuerzos para la eliminación de los estereotipos de género tanto en la enseñanza como en los medios de comunicación; eliminar los obstáculos para lograr mayor autonomía económica generando programas de formación para mujeres líderes con desarrollo empresarial.
Derivado de lo anterior, podemos señalar que la participación de las mujeres en la toma de decisiones de nuestro país resulta fundamental para el desarrollo de nuestra nación, lo cual va de la mano con su empoderamiento y liderazgo, pues si las mujeres mexicanas tienen la certeza de su valor, poder y autonomía será más natural que se involucren y hagan valer su voz; a su vez su participación contribuirá a que se tengan en cuenta sus intereses y redefinir así las prioridades políticas al poder incluir nuevos temas y así generar políticas públicas eficientes y eficaces que modifiquen aquellas situaciones que afectan su dignidad y vulneran sus derechos.
Como sociedad debemos continuar con la tarea de fomentar conciencia social a fin de erradicar creencias y mentalidades sexistas derivadas de los sistemas patriarcales; recordando que la formación y la capacitación es la mejor herramienta para el desarrollo, por lo que es una vía para el empoderamiento personal y el liderazgo femenino.
Las mujeres por su parte deben continuar con la tarea y el compromiso de lograr su empoderamiento personal y a su vez inspirar a más mujeres para que se sumen a esta tarea; mientras más mujeres se involucren y participen en la toma de decisiones económicas, políticas y sociales, el empoderamiento y liderazgo se hará parte de nuestra realidad mexicana.
Luchemos como sociedad en integrar cada vez más a las mujeres en todas las esferas de poder para así construir un México donde hombres y mujeres gocen de igualdad tanto en derechos como oportunidades, pues en el momento en que ambos se reconozcan en igualdad será cuando podremos romper con los sistemas patriarcales y así construir una democracia sólida y próspera.